La esencia de Irán resiste a Dios
Los ayatolás más radicales de Qom silencian a los reformistas
“Sí, es posible. Si está viajando sólo tiene que rezar tres veces al día”, dice a través del auricular Mahmud Yazdi, un clérigo de 75 años que en su juventud fue estudiante del ayatolá Ruholah Jomeini y que hoy se dedica a responder las preguntas que hacen decenas de fieles cada día a través del teléfono, y últimamente de internet. Las dudas son infinitas, como si es posible la inseminación artificial o el uso de un vientre de alquiler, pero lo que más buscan, especialmente los jóvenes –los que más llaman–, es saber si se pueden casar sin el consentimiento del padre. ¡No! No es posible para las chicas, que sólo pueden hacerlo en caso de que sean mayores de edad y todos los hombres de su familia hayan fallecido.
Yazdi, un hombre alto y flaco de barba blanca que hace juego con su turbante, despacha desde la casa donde Jomeini realizó los primeros discursos contra el sha Mohamed Reza Pahlevi, especialmente por su sometimiento a las políticas estadounidenses, en la década de los sesenta. Estas críticas le costarían a Jomeini el exilio en 1964, cuando fue obligado a dejar el país y vivir en Nayaf, Irak, y más tarde en Francia.
“Nosotros contestamos de acuerdo a las fatuas del imán Jomeini y del líder supremo (Ali Jamenei, que reemplazó a Jomeini tras su muerte en 1989)”, explica. Después señala un marco de madera, con vista a un patio: “Esa es la ventana de la revolución”. Desde allí el ayatolá pronunció los discursos que, según Yazdi, dieron comienzo a la revolución que terminaría por hacerse realidad el 11 de febrero de 1979, con Jomeini como líder.
Desde entonces la religión, pero especialmente este estilo de vida conservador y alejado de cualquier disfrute mundano que marcaba no sólo la vida de Jomeini, sino también la de esta pequeña ciudad religiosa en medio del desierto, pasó a dominar la vida de los iraníes. Qom fue ese modelo de sociedad que quiso imponerse –sin éxito entre algunos sectores del país–, y también pasó a convertirse en el corazón de la República Islámica.
“Gracias a Dios los seminarios y los clérigos están prestando atención especial a la realidad y a la verdad de la revolución, analizan dónde se encuentra y cuál será su futuro, que tiene que estar relacionado con el formar la mentalidad de la gente”, explica Hasan Razmi, un estudiante de 35 años que esta tarde de invierno se encuentra en el gran mausoleo de Fátima Masumeh, el símbolo de esta especie de Vaticano chií, que acoge a más 65.000 estudiantes de teología de todos los niveles. “Cuando nuestro líder dice que la revolución no puede detenerse, no es una amenaza. Es una realidad”, dice.
Las palabras de Ramzi, que son expresadas en la compleja manera de hablar de los clérigos chiíes, están relacionadas con las preguntas que surgen en Qom cuando la revolución llega a su cuarenta aniversario: ¿Cuál es la realidad de la revolución hoy?, ¿cómo conviven las instituciones democráticas de la República Islámica –que tienen que responder a las realidades de la sociedad y del mundo–, con las exigencias de los clérigos? y ¿cómo se adapta la revolución a las nuevas generaciones que parecen desmarcarse de la ideología?
Irán es hoy un país muy diferente al que quisieron delinear los clérigos cuatro décadas atrás. La sociedad ha buscado su manera de presionar los cambios para adaptarse a los tiempos actuales, pero el progreso y las reformas que pide un sector de la sociedad está ceñido a lo que determine Qom, o en este caso el sector más radical de Qom. El sector reformista, que lleva años pidiendo aperturas, incluidos muchos clérigos, está cada vez más
relegado y en muchos casos silenciado. Las visiones de país que se enfrentan actualmente desde el campo político también lo hacen en estos seminarios.
Los ejemplos son múltiples. La prohibición de las mujeres para entrar en los estadios que, si bien se intenta impulsar desde algunos sectores del Gobierno, no se ha podido implementar por el rechazo de las autoridades religiosas. Las propuestas relacionadas con la legislación sobre la mujer que intentan impulsarse denodadamente desde el Parlamento –y que según la Constitución iraní no necesitan pasar por Qom para su aprobación–, siempre terminan enviadas para el análisis de los clérigos que muchas veces las frenan meses o años.
“Los estudiantes y clérigos siempre están a la espera de lo que sugiera el líder supremo, lo que diga será aceptado, pero a veces habrá diferencias y eso es natural. Si no fuera así no sería un proceso natural y podríamos decir que no hay libertad. Lo importante es que los puntos de vista de la gente se formen de acuerdo a los del líder supremo”, explica Hojatolislam Hamid Maleki, vicedirector de educación de los seminarios de Qom, que señala que los seminarios han cambiado muchísimo desde la revolución.
De dedicarse exclusivamente a teología y filosofía, actualmente abarca política, sociología o psicología islámica. “Hoy la Hawza (como se conoce a los seminarios) puede contestar a muchas preguntas de los jóvenes, pero también debate extensamente sobre las ideas desviadas impulsadas por Occidente y que están basadas en las escuelas de pensamiento del humanismo. Ellos hablan, por ejemplo, de la libre decisión del individuo. Otro aspecto es la idea del feminismo, esparcida entre la sociedad para destruir las culturas que están en contra de las ideas occidentales”, explica Maliki. Hace énfasis que, si bien los jóvenes actuales se ven modernos, eso sólo es una fachada. “Todavía son muy creyentes”, asegura.
Las nuevas generaciones e internet, sumado al desencanto de la revolución que ha vivido un sector de la sociedad que la apoyó en sus orígenes, son algunos de los retos más grandes para los seminarios que hoy debaten la manera de cómo esparcir su pensamiento por la sociedad. Algunas cifras hablan de que el 35% del país vive bajo la línea de la pobreza. Otros analistas creen que el número puede ser mayor.
“La visión del islam no se puede imponer con fuerza y si alguna persona piensa que el punto de vista del islam está relacionado con la fuerza, se basa en una interpretación errónea. Una de las tareas que estamos tratando de implementar entre los estudiantes es comunicarnos con diferentes estratos de personas”, explica Ali Ghanavati, el director del seminario de Masoumeh considerado el más importante de Qom. En este campus adornado por una gran mezquita se educan todos los aspirantes a clérigos que después de haber cursado estudios universitarios deciden iniciar una carrera religiosa. Ghanavati, de 35 años, es el clérigo más joven que ha sido encargado de dirigir una institución de tal importancia.
“Si nos dedicamos sólo a la interpretación e implementación de la ley, no sólo la Hawza, sino otros sectores de la sociedad están destinados al aislamiento y al fracaso”, dice este hombre que como otros clérigos en Qom creen que una de las cuentas pendientes de la revolución es impulsar una sociedad que tenga unos principios que se ciñan más a un modelo islámico, como por ejemplo el sistema bancario.
En el bulevar que lleva hacía el mausoleo, decenas de grupos de peregrinos guiados por bandas musicales e incluso camellos, se preparan para hacer su entrada a este imponente complejo religioso del que se destaca su cúpula de oro. Hoy llegan hasta aquí para conmemorar la muerte de Fátima Masumeh. Esta imagen difiere de lo que se ve en otros sectores de Qom, donde se han abierto una serie de cafeterías que tratan de imitar la vida que se lleva en Teherán.
“En Qom no hay ningún desarrollo y es especialmente restrictivo para las mujeres. No tenemos el derecho a elegir, no hay espacios para divertirse y los parques fueron cerrados”, dice Yaseman, una joven de 20 años que asegura que la ciudad sólo es buena para los religiosos y los peregrinos.